Por: Cobo Lascano Mayely
En el pintoresco rincón de la avenida 214, del barrio Cuba de Manta, emerge un ejemplo vivo de cómo la comunidad acaricia la pulcritud al disponer de sus residuos con meticulosa organización. En la penumbra de esta aparente armonía, se libra una batalla sigilosa contra la marea en aumento de basura, que amenaza con socavar la esencia misma de la limpieza en este lugar.
En este escenario, habitantes como Jonathan Vinces se alzan como líderes en la colaboración, afirmando con determinación que nadie arroja desperdicios en el callejón. “Todos estamos de acuerdo en sacar las bolsas negras los lunes, poniéndolas en un solo lugar para que el que las recoge las lleve y los animales no causen problemas”, aseguró Vinces.
Este esfuerzo conjunto traza el compromiso arraigado de la comunidad por preservar la limpieza, añadiendo un grano de arena al bienestar del entorno. No obstante, a pesar de la aparente armonía, hay voces preocupadas en este rincón tranquilo. María Solorzano, otra moradora, admitió que una de sus inquietudes es encontrarse con residuos, arrojando luz sobre la importancia de conservar la limpieza en el espacio compartido por todos.
En esta danza entre la aparente armonía y la lucha silenciosa contra los desechos, la comunidad de la avenida 214 refleja lo difícil que es mantener limpio un callejón. Aunque su esfuerzo es evidente, la realidad de esta batalla persiste, mostrando que incluso en lugares bien organizados, lidiar con la basura es siempre un desafío constante.