Por: Coraima Alvia Flores
En los exteriores de una casa abandonada del barrio San Rafael, el portal yace cubierto de tierra, piedras, cables y monte seco, generando una preocupación palpable en la comunidad. Este desolado paisaje, lejos de ser un simple reflejo visual, es un testamento del descuido y abandono que afecta a este rincón urbano, creando un ambiente que clama por atención y revitalización.
La casa con su vibrante color amarillo, alguna vez llena de vida y risas, se presenta como un eco silencioso de días mejores. Las paredes, ahora desgastadas y manchadas por la intemperie, son testigos de las risas de niños que solían jugar en el portal. En medio de esta decadencia, los residentes se preguntan sobre el futuro de este espacio que alguna vez fue parte activa de sus vidas cotidianas.
“En antaño, solíamos celebrar las novenas en esa casa. Sin embargo, luego de que los dueños se fueran a otro país ha quedado abandonada y no han hecho nada por ella, ni siquiera la arreglan o la venden. El portal es testigo de eso”, afirmó con nostalgia Jessenia Flores, moradora del sector.
La acumulación de basura en el portal se erige como un testimonio aún más evidente de la negligencia que aflige a este lugar. Los desechos, como sombras de días pasados, se entrelazan con la desolación del entorno, incitando a la comunidad a reflexionar sobre esta situación.
Magaly Cantos, otra residente del lugar, admitió que, aunque resulta triste ver este escenario, la comunidad no toma medidas. “Podríamos limpiar el portal, pero no lo hacemos, simplemente seguimos acumulando más desperdicios”, recalcó Cantos con un suspiro de resignación y un gesto de desánimo en su rostro.
Así, esta problemática, como un susurro apagado pero persistente, resuena en los corazones de los residentes de San Rafael. Sin embargo, la acumulación de basura revela una realidad más sombría, una comunidad que, a pesar de reconocer la situación, aún no ha encontrado la fuerza colectiva para restaurar este rincón olvidado.