Por, Jacinta García Cevallos
El espíritu cívico y la tradición histórica se entrelazaron en el vibrante desfile cívico estudiantil que conmemoró los 72 años de cantonización de Paján. Banderas ondeando, uniformes impecables y la algarabía resonante fueron la viva representación de la identidad de un pueblo en crecimiento.
Entre la multitud, destacaba la figura de un padre, Manuel Rojas, cuyo rostro reflejaba un profundo orgullo al acompañar a su hijo Gabriel, un estudiante entusiasta que marchaba con la bandera nacional. En medio del bullicio y la organización de la celebración, Manuel afirmó que ver a su hijo participar en este desfile en honor a su querido Paján, es un momento que atesora. “Es como si cada paso que da representara nuestra historia, nuestra lucha y nuestro compromiso con esta tierra», concretó Rojas.
El desfile congregó a estudiantes, autoridades y a la comunidad en su conjunto. Al otro lado de la calle, entre los espectadores, se encontraba Andrés Vélez, un anciano residente de la zona. «Recuerdo mi primer desfile aquí, hace muchos años. Era un momento de unidad y patriotismo. Ver a los jóvenes celebrar nuestras raíces me llena de alegría y esperanza», aseguró Vélez con lágrimas en los ojos, mientras observaba con nostalgia y gratitud el desfile.
Más que una exhibición visual, fue un tributo viviente a la historia y la evolución de Paján. La avenida principal se convirtió en un escenario donde la comunidad, unida y colorida, reafirmó su compromiso con los valores cívicos y el legado de su cantonización.

Las calles resonaron con cánticos, aplausos y mensajes de apoyo a medida que el desfile avanzaba. Los discursos y actos conmemorativos resaltaron la importancia de preservar la historia y el honor del cantón, inspirando a las generaciones futuras a mantener viva la llama del patriotismo y el amor por su tierra.
El desfile cívico estudiantil en conmemoración de los 72 años de cantonización de Paján no solo fue un viaje al pasado, sino también sembró las semillas para un futuro próspero. Este evento fue un recordatorio elocuente de que la identidad de un pueblo radica en su capacidad de honrar su historia, a través de la participación activa de padres, estudiantes y miembros de la comunidad, cada uno tejiendo una narrativa viva y palpitante de un legado que continúa evolucionando en cada paso dado con orgullo y honor.