Por: Ana mirian santana murillo
Ecuador se embarca en otro trascendental proceso electoral, buscando un conductor hábil que pueda dirigir a la nación hacia la luz de la prosperidad, disipando las sombras que envuelven la seguridad, economía, salud y otros aspectos en los que el país aún se debate. En el horizonte, los ecuatorianos esperan ansiosos la llegada de los resultados electorales que podrían determinar su destino.
Nayeli Santana, una veterana de tres procesos electorales y actual presidenta de la junta receptora de votos en Montecristi, dentro de la Unidad Educativa Natividad Delgado de Alfaro, expresa su deseo ferviente de que sea la ciudadanía y la conciencia las que alcen su voz victoriosa en Este complejo ballet democrático. Aun así, no puede evitar admitir que estos procesos electorales son como una danza agotadora, donde los participantes anhelan el merecido aplauso final.
Sin embargo, en medio de esta interpretación electoral, Hostin Barberán, el coordinador de las mesas, alza su voz disonante. Expresa su inconformidad por la falta de compromiso que muchos participantes, en especial aquellos que integran las juntas, han demostrado. En esta coreografía de la democracia, algunos parecen haber olvidado los pasos que se requieren para mantener el equilibrio.
Mientras los ecuatorianos esperan que esta elección sea como una brillante sinfonía que resuelva los desafíos que enfrenta la nación, la incertidumbre flota en el aire como una melodía en busca de su armonía. La danza democrática continúa, y solo el tiempo desvelará si el pueblo ecuatoriano puede encontrar el ritmo que tanto anhela en medio de la compleja partitura electoral.