Por, Melissa Rodríguez y Michelle Cedeño.
Un grupo de 120 agentes de tránsito se vieron en la necesidad de realizar huelgas frente a la Alcaldía de Manta en dos ocasiones. Estos profesionales han invertido una suma significativa, alrededor de 7500 dólares, en un curso que el ex alcalde Agustín Intriago Quijano prometió plazas laborales. Además, se vieron obligados a desembolsar 3500 dólares más para asegurar su cupo, confiando en la promesa de empleo que ahora se ha visto frustrada.
De tal manera, para llevar a una mejor verificación de esta información la alcaldesa Marciana Valdiviezo, brindó una visión esclarecedora sobre la situación de los agentes de tránsito que completaron un curso, pero aún no han comenzado a trabajar.
En un contexto en el que las promesas previas de empleo se han quedado en el aire, la alcaldesa ofreció una comparación de un camino sin un mapa claro. Los agentes de tránsito hicieron el curso con el llamamiento del 2022, pero, desafortunadamente, el plan de trabajo que dejó su predecesor el ex alcalde Agustín Intriago Quijano no trazó la senda hacia su empleo.

Aseveró que, como nuevos ejecutores de la ciudad, están trabajando incansablemente para brindar soluciones, una de ellas como posibilidad es realizar una alianza con el Gad de Santa Elena para hallar una coordinación en que los agentes sean derivados allá.
Una de las formas que se realizó este proceso fue a través de la publicación realizada por Movilidad Manta, en octubre de 2022 y se convirtió en la luz que atrajo agentes a realizar un curso de tres meses en un instituto para formarse, y ahora están ansiosos por llegar al puerto de la promesa de trabajo que se les hizo.
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Los obstáculos y desafíos han impedido que estos agentes de tránsito comiencen a ejercer sus funciones. La falta de un plan específico del alcalde anterior ha dejado el camino lleno de incertidumbre. Sin embargo, la alcaldesa está comprometida en allanar esos obstáculos y espera que la contratación sea una realidad en diciembre, como si estuviera despejando el sendero de la incertidumbre.
A medida que la conversación avanza, la alcaldesa aborda la cuestión de la evaluación y seguimiento del desempeño de los agentes de tránsito que completaron el curso. Ella confía en que estos preparados agentes están listos para servir a la ciudad. Como si estuviera contemplando el horizonte, espera que su incorporación a la fuerza de tránsito se materialice en diciembre o enero de 2024.
Bajo la guía del anterior capitán, Cristian Mendoza, estos aprendices de la navegación vial enfrentaron tormentas políticas y problemas ilícitos que empañaron su horizonte laboral. La remoción de Mendoza en tiempos turbulentos dejó a estos aspirantes a la deriva, con promesas de empleo que parecían ser olas que se desvanecían en la distancia.

Sin embargo, con la llegada de la nueva alcaldesa, Marciana Valdiviezo, como una brújula que busca el norte, se plantea una esperanza renovada para estos marineros de la ley vial. Valdiviezo extendió una tabla de salvación al reincorporar a Mendoza en su equipo, confiando en que su experiencia será el ancla para resolver la crisis y conducir a estos aspirantes hacia aguas más seguras.
Ahora, bajo el nuevo mandato, los 120 aspirantes a agentes de tránsito aguardan en la orilla del empleo, esperando ansiosamente que las olas de la burocracia se calmen y puedan finalmente izar sus velas hacia sus roles oficiales.
En respuesta a las inquietudes planteadas, el jefe de operativos, Cristian Mendoza aborda la entrevista de una manera muy sutil, enfatizando varios puntos esenciales uno de ellos el proceso de selección y capacitación donde los aspirantes atravesaron un océano de desafíos, completando un arduo curso para convertirse en agentes de tránsito. Lamentablemente, el peso financiero de este proceso recayó en ellos, como marineros que sufragaron los gastos por su cuenta.
Las razones detrás del retraso en la incorporación a un trabajo que brindó fue que, las corrientes políticas turbulentas y problemas internos retrasaron el ingreso. destacando en que hay promesas pasadas que quedaron en el aire, pero que en la actualidad están navegando hacia un nuevo horizonte bajo el liderazgo de la alcaldía actual.
Según Mendoza uno de los criterios o requisitos adicionales que los aspirantes se les manifiesta es completar trámites administrativos que se ajusten a estándares legales antes de comenzar oficialmente a laborar
Por otra parte, aseguró que el plan o cronograma para la incorporación está en proceso de trabajo en un plan detallado, aunque la fecha exacta de una incorporación laboral para los agentes esta aún sujeta a variables externas.
Así mismo, garantizó que se comprometen a despejar el camino burocrático y político para que estos aspirantes puedan finalmente cumplir su deber como guardianes del tránsito, ofreciendo un enfoque firme para su inclusión efectiva.
Es por ello que, el paso del tiempo marcó la ruta de los 120 agentes de tránsito que se graduaron el 2 de junio de 2023. Un trayecto que comenzó el 30 de noviembre de 2022, cuando estos individuos, con sueños en sus bolsillos, se sumergieron en un curso que prometía abrirles las puertas hacia un futuro prometedor. Manta, el destino donde llegaron el 2 de febrero de 2023 para realizar pasantías, desplegó sus brazos para acoger a estos aprendices de guardianes del orden vial.
Sin embargo, la realidad se convirtió en un laberinto de incertidumbre y frustración. Tres meses de pasantías transcurrieron y, sorprendentemente, estos nuevos profesionales no fueron acogidos bajo el manto protector de un contrato laboral. Las deudas, como sombras persistentes, no aguardaron pacientemente; se aferraron a los hombros de estos 120 graduados, convirtiéndose en una carga angustiante.
Entre ellos, destaca Enrique Pincay, un hombre de familia, esposo y también hijo. Su voz se entrelaza con las demás, relata una desesperación compartida por muchos. «Fue duro mi proceso para ingresar al curso», asintió con pesar. En sus palabras, se dibuja un relato de sacrificio, días de esfuerzo y perseverancia. «Dentro del curso vivimos momentos duros, sacrificamos hasta lo más básico. Nuestro estudio fue difícil, pero lo superamos todo», declaró, evidenciando la determinación que los caracteriza.

El curso no fue solo una inversión de tiempo y dedicación, implicó desembolsos económicos considerables. Un costo de 7500, más 3500 para asegurar un lugar en el programa formativo. Los gastos se acumularon, y los padres, con generosidad, extendieron su apoyo para allanar el camino hacia este sueño profesional.
Sin embargo, la realidad dista de sus anhelos. «Me siento desesperado», confiesa Enrique, la falta de oportunidades laborales los ha dejado a la deriva. «No tenemos ni para comer», admite con un tono cargado de impotencia, ya que fue una gran cantidad de dinero que invirtieron. El un padre responsable, de una niña de 4 años, sufre el peso de la responsabilidad familiar, buscando en el volante de un taxi el sustento que el destino les ha negado como agentes de tránsito.
Así, el sueño se torna esquivo, las promesas se desvanecen y la realidad se viste con un manto de desesperanza. La espera se hace insoportable, las deudas acosan y las dificultades cotidianas nublan el horizonte de estos hombres que, con esperanza en los ojos, se aventuraron en busca de un futuro mejor.
La historia de lucha y sacrificio que claman por un giro en el rumbo de sus vidas, por un destino que honre su esfuerzo y dedicación. Enrique Pincay, un hombre con determinación forjada en la adversidad, representa la voz de la esperanza entre estos 120 graduados. Su relato es el eco de muchos corazones que laten al ritmo del anhelo por servir a su comunidad, por construir un futuro digno y prometedor para ellos y para los suyos.
«Queremos trabajar, estamos listos para servir a nuestra ciudad», enuncia con firmeza. Estas palabras son eco de una convicción arraigada en el sacrificio y el esfuerzo. La inversión de tiempo, dinero y amor hacia la noble profesión de agentes de tránsito no es solo un acto individual, sino una entrega colectiva de estos hombres y mujeres que aspiran a hacer de Manta un lugar más seguro y ordenado.
El llamamiento público, el anuncio de la necesidad de agentes de tránsito en la ciudad, fue la chispa de esperanza que encendió sus sueños. La promesa de una oportunidad laboral generó una llama de ilusión en sus corazones, los impulsó a sumergirse en un curso que significaba mucho más que adquirir conocimientos, era la llave hacia un futuro mejor.
En la escuela, las aulas se convirtieron en el hogar temporal de estos aprendices. Tres meses separados de sus familias, tiempos de sacrificio y esfuerzo, fueron la piedra angular de su preparación. «Fueron tres meses sin ver a nuestra familia», confiesa Enrique. La fortaleza fue su compañera constante en esos momentos, resistiendo con entereza la distancia, el cansancio y la incertidumbre
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La sensación de haber sido engañados se cierne sobre ellos como una sombra pesada. La ilusión sembrada por el llamamiento público se ha visto empañada por la falta de respuesta a sus esfuerzos. «Me siento mal, me siento engañado», revela Enrique con desconsuelo en sus palabras. La inversión emocional, económica y de tiempo parece naufragar en la incertidumbre de un futuro que aún no se materializa.
Sin embargo, a pesar del desaliento, la llama de esperanza persiste. La convicción de servir a la ciudad, de construir un porvenir mejor para sus hijos, es un faro que ilumina su camino en medio de la oscuridad. El deseo de contribuir al orden y seguridad vial se mantiene intacto en cada uno de estos graduados, a pesar de los obstáculos.
La ausencia se hizo sentir en cada jornada de estudio, en cada lección aprendida, en cada ejercicio realizado. El impulso de construir un futuro sólido para sus familias fue su motor, su razón para mantenerse firmes ante las adversidades.
«Buscamos una oportunidad laboral y un gran futuro para nuestros hijos», afirmó Enrique con convicción. Esta frase encapsula la esencia de sus aspiraciones, no solo buscan un trabajo, sino la oportunidad de construir un legado, de dejar un impacto positivo en su entorno y de proporcionar a sus hijos un futuro más próspero del que ellos mismos tuvieron.
Es en estas historias de sacrificio, dedicación y esperanza donde se encuentra el testimonio de la lucha incansable por un sueño.
Tonny Intriago emerge como un faro de fortaleza y sacrificio en medio del torbellino de sueños y desilusiones que rodea a estos 120 graduados en formación de agentes de tránsito. Su relato es el eco de la experiencia más bella y desafiante, un viaje que transformó no solo su conocimiento sobre el tráfico, sino también sus valores más profundos.
«Vivimos la experiencia más bella y difícil», relata con la mirada perdida en el horizonte. En esos tres meses de formación, más que aprender normativas viales, se sumergieron en una enseñanza que trascendía lo técnico. Aprendieron a valorar la comida, a apreciar cada bocado como un regalo, y a extrañar el calor de sus seres queridos en cada platillo.
La formación no solo les legó conocimientos teóricos, sino lecciones de vida. «Nos enseñaron a respetar a los demás, a convivir y a ayudar al prójimo», afirmó Tonny. En esos días de madrugadas y carreras desde las 5 de la mañana, no solo absorbieron conocimientos técnicos, sino que interiorizaron valores fundamentales para su labor y para su vida misma.
El sacrificio fue su compañero constante. Pasar la Navidad lejos de sus familias, sin los abrazos reconfortantes de sus hijos, sin el calor del hogar, fue un capítulo amargo en su historia. «Corrimos todos los días aprendiendo de la vida», aseguró con una mezcla de nostalgia y orgullo por los desafíos superados.
Llegar a Manta, realizar prácticas en su propia ciudad, fue el premio de esa formación. Un logro que marcaba el final de una etapa y el inicio de un nuevo capítulo lleno de expectativas. Sin embargo, el tiempo pasó, el año llegó a su fin, y la oportunidad laboral no se concretó como esperaban.
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El desaliento y la tristeza se reflejan en las palabras de Tonny. La responsabilidad hacia su familia pesa en su corazón, cada deuda es una losa que amenaza su tranquilidad. «Mi hija necesita de mí, mi familia me ve mal estando endeudado», confiesa con pesar. Vender empanadas se convierte en su tabla de salvación para intentar cubrir las deudas generadas por la gran inversión que realizó en su formación.
Tonny Intriago es la voz de muchos que luchan por mantener viva la esperanza en medio de la desilusión. Su historia, como la de sus compañeros, es un recordatorio vívido de los sacrificios, las lágrimas y las ilusiones que se entrelazan en el camino hacia un futuro mejor.
La difícil situación de estos agentes de tránsito es un reflejo de las esperanzas aplazadas y las oportunidades que parecen esquivarlos. Manta clama por agentes de tránsito, pero estos 120 graduados, llenos de conocimiento y deseos de servicio, se encuentran en un limbo laboral que desafía su paciencia y esperanza.
El llamado a cubrir estas posiciones de vital importancia en la ciudad se hizo público, despertando en estos hombres y mujeres la ilusión de ser piezas fundamentales en la seguridad vial de su comunidad. Invertir tiempo, recursos económicos y esfuerzo emocional en su formación como agentes de tránsito representó un compromiso profundo con el bienestar de Manta.
Sin embargo, a pesar de la necesidad evidente, el trabajo prometido parece estar distante. Estos graduados, quienes han adquirido habilidades valiosas durante su preparación, se enfrentan a la incertidumbre de un futuro laboral que aún no se ha materializado.
Manta, con sus calles y avenidas transitadas, solicita a estos profesionales para garantizar la seguridad y el orden en el tráfico, pero la realidad que enfrentan es un escenario desolador. Su preparación, su entrega y su disposición para servir están ahí, listos para ser aplicados, pero el acceso a una oportunidad laboral se torna esquivo, como si la puerta hacia su anhelado empleo estuviera cerrada.

Esta situación, lejos de desalentarlos, los impulsa a seguir buscando la oportunidad que les permita desplegar su vocación y aplicar sus conocimientos en beneficio de la comunidad. Son 120 corazones que laten al ritmo de la esperanza, aguardando con paciencia y determinación el momento en que Manta abra sus brazos y les brinde la oportunidad de servir y proteger en las calles que ansían cuidar
En medio de las aguas agitadas que rodean la espera de más de 120 aspirantes a agentes de tránsito en Manta, el gerente Javier Briones, representante de la Gente de Movilidad de la ciudad, ha hecho frente a las interrogantes ciudadanas sobre la dilación en la incorporación de estos agentes viales.
Briones, con mirada panorámica hacia el cielo, reconoció la preocupación en torno a los retrasos que han impedido la integración efectiva de estos aspirantes, comparando la situación con una tormenta que desorienta a los marineros en alta mar. Explicó que la complejidad administrativa y los conflictos políticos anteriores crearon vientos adversos que dificultaron la materialización rápida de las promesas de empleo.
Ante la incertidumbre, Briones señaló que se están implementando medidas concretas para despejar el cielo nublado sobre el futuro laboral de estos candidatos. Comparó estas medidas con el arribo de faros guía en la oscuridad, destacando esfuerzos de carácter administrativo y político destinados a acelerar los procedimientos burocráticos y garantizar un proceso de contratación ágil y justo.
Además, el gerente de Movilidad de Manta subrayó la existencia de requisitos adicionales que estos futuros agentes deben cumplir antes de su contratación oficial, equiparando estos procesos con las pruebas que los navegantes deben superar antes de obtener su licencia para surcar los mares.
Briones, como líder de la Gente de Movilidad, aseguró un compromiso firme para allanar el camino hacia la efectiva incorporación de estos individuos al cuerpo de policía de tránsito. Pintó un panorama donde se asignarán recursos de manera estratégica y se establecerán plazos realistas, describiendo la gestión de la situación como una travesía que requiere atención minuciosa a fin de alcanzar un puerto seguro en el menor tiempo posible.
En su intervención, Briones se erige como un capitán determinado a enfrentar los vientos contrarios, ofreciendo una ruta clara y una brújula para estos aspirantes a agentes de tránsito, instando a la ciudadanía a confiar en el compromiso de su equipo para resolver esta encrucijada marítima de oportunidades laborales pendientes en Manta.