Por: Mayra Alejandra Chilan Rodriguez, Ana Mirian Santana
Las practicas de actividades sostenibles han generado que la polución en las playas de Manta haya reducido significativamente en este 2023. Ya que, en la actualidad, el personal municipal en colaboración con agentes del cambio, llevan a cabo una labor crucial al recoger un promedio semanal de 14 toneladas de desechos sólidos en las playas El Murciélago, Playita Mía, Piedra Larga, San Mateo, La Tiñosa y Santa Marianita.
Comparado con los parámetros normales previos a las restricciones por la pandemia de años pasados, cuando se recolectaban más de 88 toneladas de basura por semana, siendo una diferencia significativa. Demostrando que se ha logrado evitar la retirada de 74 toneladas de desperdicios cada 7 días.
Lo que ha resultado en una reducción del 85% en la recolección semanal de basura en estas playas. Todo esto gracias a los miembros del equipo de Higiene del Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) de Manta, en colaboración con voluntarios de la iniciativa “Pacto Verde”, los cuales llevaron a cabo exitosas jornadas de limpieza desde enero hasta lo que va del año, logrando recolectar un total de 75 kilogramos de diversos desechos, que incluyeron botellas plásticas, fundas, tapas de botellas, palos, entre otros, a lo largo de las playas de San Mateo, Santa Marianita y San Lorenzo.
Como resultado directo de esta intervención, se ha observado una notable disminución de residuos en estas áreas, evidenciando el impacto positivo y duradero de estas acciones de limpieza en la preservación del entorno costero del hermoso Manta.
Yace que, en el pintoresco escenario de las playas de esta Manta, donde el sol y el mar suelen bailar en armonía, una sombra invisible se cierne sobre la belleza costera, ya que, no es solo la brisa marina la que acaricia las orillas; también el susurro de la contaminación, una marea que desafía la pureza de las aguas.
Las playas de Manta son joyas escondidas a orillas del Pacífico, seducen con su belleza imperturbable, desde la arena dorada que se extiende como un lienzo bajo el sol resplandeciente, hasta las olas que acarician la costa con una melodía tranquilizadora. Sin embargo, estos hermosos paisajes nacionales están sufriendo de mal global como lo es contaminación generada por la mano del hombre, pues es quien únicamente puede crear y destruir al mismo tiempo.
Como las mareas que cambian sin previo aviso, la contaminación ha llegado como un intruso silencioso a las costas de Manta, donde sus aguas, antes cristalinas y llenas de vida marina, ahora luchan contra la invasión de residuos y desechos que amenazan con alterar el equilibrio ecológico.
Sin duda, el corazón de Manta yace bajo una falta de conciencia quien en medio de un remolino invisible ha tejido sus hilos de indiferencia y se ha manifestado en forma de desechos plásticos que danzan en la playa, también en las aguas que llevan historias de contaminación no contadas. Todo un reflejo de la necesidad urgente de despertar a la realidad que se cierne sobre estas costas encantadoras, ya que, mientras las olas rompen, llevando consigo historias no contadas de la falta de conciencia, Manta enfrenta la tarea crucial de desentrañar este problema y tejer un tapiz de conciencia que fluya con la misma fuerza que las corrientes del océano que la rodea.
Francisco Anzuelo parte del equipo de comunicación y principal coordinador de eventos sociales del municipio, en una declaración, expresó su profunda preocupación por los problemas de contaminación que afectan las playas de la ciudad. Con una mirada reflexiva hacia el horizonte, destaca la necesidad urgente de un compromiso colectivo para abordar esta crisis. Donde subraya la importancia de medidas inmediatas y sostenibles para preservar la belleza natural de las playas y proteger el ecosistema marino que define la identidad de Manta, además de mencionar ciertos proyectos que el municipio mantiene con el programa de “Pacto Verde”.

Por otro lado, Leidy Rúa miembro de equipo de EPI (Ecology program international) narra que desde su perspectiva aguda de bióloga especializada en basurología, las playas de Manta se han convertido en un trágico testimonio del impacto humano en los ecosistemas marinos. Con un lamento evidente, destaca la presencia abrumadora de desechos plásticos que ahogan la biodiversidad costera.
Esta experta, con sus conocimientos en el estudio de residuos, enfatiza la urgencia de replantear la relación con los productos de un solo uso y abogar por prácticas sostenibles. En sus palabras, el problema de la contaminación en Manta se revela como una llamada de atención para la coexistencia armoniosa entre la comunidad y el entorno marino que todos compartimos.
A su vez es evidente que el problema no solo se presenta a orillas del mar si o también entre sus barrios. La ciudadela La Aurora, hogar de Daniel Casquete, se encuentra a la sombra del río Burro, cuyas aguas deberían ser un susurro sereno en la vida cotidiana de sus habitantes. Sin embargo, este río emblemático ha dejado de ser solo una corriente de agua; se ha convertido en un testigo mudo de los estragos de la contaminación que acecha a Manta.

Daniel, un ciudadano que ha presenciado de cerca la metamorfosis tóxica del río que atraviesa su vecindario, comparte su angustia: «Antes, el río Burro era vida, ahora es un reflejo de nuestra negligencia. Muchos de nosotros aquí hemos experimentado consecuencias negativas en nuestra salud debido a esta situación preocupante».
La contaminación que afecta a La Aurora no es un problema aislado; es un síntoma de una enfermedad más amplia que aqueja a Manta. En busca de soluciones, la ciudad se encuentra en una encrucijada: ¿cómo pueden los ciudadanos contribuir a revertir la marea de la contaminación y restaurar la ciudad a su esplendor original?
La ciudadanía, preocupada por el futuro de Manta, se pregunta qué medidas pueden tomarse para liberar a la ciudad de las garras de la contaminación que amenaza tanto la economía como el turismo local. Es en este momento crítico que la Alcaldía de Manta dispone a quienes serían los salvavidas de los sectores afectados.
Pero gracias a estas nuevas iniciativas se vislumbran otros horizontes, ya que, desde que arrancó el 2023, muchos activistas se han unido a esta noble causa y el proyecto de “Pacto Verde” a tomo más fuerza, pues como el amanecer que marca el inicio de un nuevo día, el lanzamiento de esta iniciativa ambiental para la limpieza de playas y restauración de las zonas de la ciudad, comienza con una jornada renovada para la naturaleza.
Con herramientas en mano y el compromiso palpable en el aire, voluntarios se han reunido en cada actividad y como aventureros hacia las costas con la determinación de restaurar el resplandor perdido de las playas. Cada bolsa de basura que han levantado estos guerreros, es un primer paso hacia la revitalización del ecosistema marino, y cada voluntario se convierte en un arquitecto del cambio ambiental.
Este proyecto no es solo la recolección de desechos; es un acto de amor por el entorno de la ciudad, una promesa de cuidado y una luz que guiará a futuras generaciones hacia un paisaje costero más próspero y saludable. Así, con el eco del primer día resonando en las olas, se ha realizados las actividades de esta iniciativa a lo largo de este año.
«El Pacto Verde por el Futuro de Manta«, tiene como objetivo principal la preservación de las playas de Manta y sus alrededores, siendo el río Burro uno de los focos principales de atención. La campaña busca no solo concientizar a los ciudadanos sobre la importancia de mantener limpias las aguas, sino también proporcionar acciones tangibles para lograrlo.
La Alcaldía, consciente de que la solución no puede ser unilateral, invita a la comunidad a unirse a esta cruzada ecológica. «El Pacto Verde» es un llamado a la acción colectiva, una invitación a cada ciudadano a comprometerse con la causa de manera personal.
Entre las medidas propuestas se encuentran jornadas de limpieza comunitarias, talleres educativos sobre la gestión adecuada de residuos y la promoción de prácticas sostenibles en la vida diaria. Se espera que, a través de estas acciones, se pueda recuperar el esplendor perdido de Manta y garantizar un futuro más limpio y próspero para las generaciones venideras.
En un mundo donde la contaminación amenaza la esencia misma de nuestras ciudades costeras, surge como un faro de esperanza. La pregunta ahora es: ¿estamos dispuestos a comprometernos con el futuro de Manta y trabajar juntos para restaurar la belleza que una vez tuvo? La respuesta podría ser la clave para cambiar el destino de esta ciudad y, quién sabe, inspirar a otras comunidades a seguir el mismo camino hacia la sostenibilidad.
A pesar de la gloriosa era actual, las sombras del pasado persisten. Las actualizaciones y cambios que ha experimentado la ciudad se presentan como un faro de esperanza para aquellos que aún anhelan una transformación más profunda. Aunque han transcurrido diez años desde aquellos momentos terribles, la ciudad no ha logrado recuperarse por completo de las heridas causadas por la contaminación.
Silvia Briones, entre sus declaraciones, rinde homenaje con nostalgia al exalcalde de Manta, Agustín Intriago. Ella destaca que su alcaldía marcó un cambio significativo en mucho tiempo. Para Briones, la gestión de Intriago no fue solo un capítulo en la historia de Manta, sino un legado que perdura en el tiempo. Su visión y liderazgo, según Briones, fueron el catalizador de una Manta que, a pesar de los desafíos, sigue siendo infinita en su potencial y su capacidad para renacer, guiada por el legado de aquel que dejó una huella imborrable.
Así, Manta se encuentra en una encrucijada entre la gloria del presente y la esperanza de un futuro aún por moldear. En este viaje de metamorfosis inacabada, la ciudad busca definir su identidad, sin olvidar los capítulos pasados que esculpen su destino en el lienzo de la historia.
En la danza constante del cambio, los apasionados de la vida marítima y los expertos en problemas ambientales se presentan protagonistas destacados en el escenario de Manta. Dos jóvenes, Katherine Mora y Nayeli Quiñones, han asumido el papel de heraldos de la conciencia ambiental, llevando consigo un mensaje de responsabilidad y cambio que resuena más allá de las olas del mar.

Katherine Mora, una joven Licenciada en Ingeniería Ambiental, se ha convertido en un faro de conocimiento en medio de la nebulosa de la contaminación. Con la pasión que arde en sus ojos, Mora imparte charlas en colegios, tejiendo palabras que resaltan la importancia vital de cuidar el medio ambiente. Su misión va más allá de informar; busca sembrar semillas de conciencia en las mentes jóvenes, mostrándoles las afectaciones que pueden desencadenarse en un entorno marcado por la contaminación. Mora, en su deseo de reciprocidad, se convierte en una fuente luminosa que busca alumbrar con intensidad la sociedad con el conocimiento y las anticipaciones que puedan contribuir a un futuro más sostenible.

Nayeli Quiñones, otra protagonista de esta narrativa de cambio, tiene sus raíces plantadas en el terreno de la reforestación marítima. Aunque ella misma se describe como una pequeña estudiante, sueña con provocar grandes cambios no solo en su ciudad y país, sino también en el mundo entero. Su interés apasionado la impulsa a abogar por la vida marina, y en sus prácticas, se enfrenta a la realidad cruda de la falta de cultura y conciencia ambiental. Nayeli destaca la ironía de lo que para muchos es insignificante, como recoger un simple plástico, mientras que para la vida marina y las especies que la componen, puede ser la diferencia entre la supervivencia y la extinción.
Con valentía, Quiñones señala que, aunque Manta sea un pequeño sector costero, la sociedad debería empezar por esos rincones aparentemente insignificantes para crear un cambio que reverbera en todo el planeta. En la ley de la vida y la cadena alimenticia, donde los peces son alimento para los seres humanos, ella resalta la importancia de proteger especies vulnerables y en peligro de extinción. Nayeli Quiñones se interpone como un recordatorio vivo de que las acciones en los pequeños sectores pueden desencadenar un cambio monumental en el mundo que todos compartimos. Manta, a través de estas voces comprometidas, se convierte en un faro de esperanza que ilumina el camino hacia un futuro más verde y consciente.
Sin Duda, en Manta, las palabras son una forma de resistencia. Cada declaración es una barrera contra la contaminación, cada expresión una ola que choca contra la indiferencia, la ciudad se erige como un faro de esperanza lingüística en medio de la tormenta de la contaminación, recordándonos que, a veces, las palabras son las olas que transforman la realidad. Desde Manta, una ciudad que habla con el corazón, esto es más que una noticia, es un poema de resiliencia.
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