Por: Yandry Anchundia
En la luminosa mañana de este sábado, 28 de octubre, como un ejército de soles emergiendo en el horizonte, los miembros del consejo directivo de la comunidad Los Bajos de Afuera extendieron sus manos como ramas de solidaridad. Invitando a los comuneros a emprender una misión de limpieza.
Este acto de comunión se asemeja a una danza de hojas que caen suavemente, pues como las hojas que vuelven al suelo nutriendo la tierra, estos guardianes de la comunidad buscaron enriquecer el lugar que abriga los recuerdos de sus seres queridos.
Edisson Lucas, Panteonero, describió que el cementerio Monte de Olivo, es como un antiguo libro de historia, donde se encuentras los fundadores y los primeros comuneros de Los Bajos de Afuera, “mis padres y algunos hermanos están aquí sepultados y tenemos que limpiar porque ya se ha cerca el día de los muertos, atesorando las narrativas de vidas pasadas”, acotó Lucas.
A medida que el sol alcanza su punto más alto en el cielo, el esfuerzo comunitario se eleva, como el sol en su cenit, despejando las sombras del abandono. La dedicación de los vecinos, como la luz del mediodía, brilla con intensidad, reflejando la unidad y el cuidado que caracterizan a esta comunidad.
Francisco Delgado Anchundia, destacó que todos tienen la responsabilidad de hacer limpieza en el terreno donde les toca. El reloj marcó el mediodía, y el cementerio Monte de Olivo, en la dicha comunidad, resplandece con una nueva vitalidad. La unión de la comunidad y su compromiso con la preservación de su legado demuestran que, en la luz de la solidaridad, incluso los lugares de silencio pueden cantar de nuevo.