Por Danna Macias Jaramillo
En lo profundo del árido corazón de la tierra, se encuentra una finca sostenible en Sasay, a tan solo 8 minutos del cantón de Santa Ana. Este espacio agrícola se sostiene gracias al cultivo de hortalizas, a pesar de haber experimentado múltiples procesos de cambio en sus superficies debido a la sequedad del suelo.
Como un tesoro oculto en el desierto, esta tierra áspera ha sido transformada en un lugar adaptable para la cosecha después de varios procesos.
Con manos curtidas por el trabajo y una mirada de cansancio Santiago Restrepo, dueño de la finca, indica que cada día se requiere de esfuerzo para mantener a flote su nicho de trabajo y dedicarles tiempo a sus cosechas.
En este lugar, cada semilla es un susurro de promesa, debido a que su tierra había sido un gran impedimento para realizar plantación. Los campos son un refugio para aquellos que buscan un respiro de la monotonía de la vida urbana.
“Nuestro huerto es sostenible por el sembrío de hortalizas, debido a que es un testimonio de la capacidad humana para crear un área de vida verde y al mismo tiempo de sostenibilidad en medio de la adversidad”, aclaró Martina Gutiérrez, agricultura del lugar mientras regaba los cultivos.
Un lugar donde la vida florece en cada rincón, donde la conexión con la tierra y los demás se vuelve tangible. Se convierte es un faro de inspiración y un ejemplo para seguir para aquellos que buscan soluciones sostenibles en medio de la aridez, aseguró Gutiérrez.