Por Nayeli Barcia
Alrededor de 100 negocios se encuentran ubicados en la parte posterior de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí y más de 50 estudiantes emprenden dentro ayudando a la economía.
Frank Demera estudiante de la carrera de Enfermería de la Uleam, oriundo de la parroquia Crucita “La Bella” de la ciudad de Portoviejo vende helados para poder solventarse día a día y pagar sus estudios, el recorre los pasillos de todas las facultades promocionando sus deliciosos helados caseros hechos por su madrastra quien está orgullosa del joven.
Frank Demera no nació en una cuna de oro, tuvo que enfrentar muchos problemas dentro de su familia ya que sus padres estando pequeño se separaron, perdió a una de sus hermanas en un accidente de tránsito lo cual fue devastador para él, pero aun asi siguió adelante por ella, por qué le hizo una promesa cuando estaba en vida y hoy hace lo posible para cumplírsela.
“Es bueno que los jóvenes decidan emprender dentro de la universidad y no les dé pena hacerlo, ya que es un trabajo honrado”, puntualiza Dayana Guerrero estudiante de la carrera de enfermería, también acotó que la mayoría de los estudiantes tienen miedo de hacerlo por el qué dirán de sus compañeros, pero la verdad que es un ejemplo de admiración lo que hace el compañero Frank que no se deja llevar de los cometarios mal intencionado de las demás personas.
“Como maestra me siento muy orgullosa de mi estúdiante, veo que se esfuerza todos los días tratando de llegar a su objetivo, él no decae y eso es de valientes digno de admiración y respeto, no deja los estudios a un lado y eso dice mucho de él”, aseveró María Lourdes Macias maestra de Frank, aunque aveces tiene dias tristes no deja que nada lo detenga finalizó.“Me siento plenamente orgulloso de él por qué es un esfuerzo lo que hace para poder seguir con sus estudios” aseveró Paul Demera padre del joven también acotó que es muy agradable el apoyó que su hijo está recibiendo por parte de las personas que compran sus helados.
Frank inspiró a más estudiantes a emprender y a no tenerles miedo al qué dirán, ahora ellos siguen su ejemplo y llevan sus productos a vender como postres o caramelos para que sus compañeros los apoyen, gran parte son estudiantes que viven lejos y buscan una manera de obtener un ingreso para sus gastos diarios como foráneos.
En las aceras de la vida, donde el pavimento es lienzo y el sol es el farol de los sueños. Con una carretilla llena de sabor manabita como lo son las icónicas empanadas de verde es como el venezolano Roberto Zuluaga se gana la vida y obtiene ingresos para ayudar a su familia.Roberto tiene a la mayoría de su familia en Venezuela actualmente vive solo. Buscando la manera de salir adelante se encontró con Sergio Macias propietario de la carreta y del emprendimiento quien le dio el trabajo de servir y atender con amor y entusiasmo a las personas que se acercan a comprar.
“Cada venta es una melodía, una sinfonía de coraje que resuena en las calles como un canto de resistencia contra la adversidad que la mayoría de las personas que estamos aquí enfrentamos día a día”, describió Katerin Macias propietaria de una de las carretas de bocaditos ubicadas en las afueras de la institución educativa.“Me parece muy bueno tener estos emprendimientos cerca de las entradas de la U porque muchos estudiantes venimos sin desayunar y algunos de ellos se ubican desde temprano para saciar nuestras necesidades”, puntualizó María Gutiérrez estudiante de Derecho.
El emprendimiento dentro de las universidades ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas décadas, convirtiéndose en un elemento crucial para el desarrollo académico y económico. Las instituciones educativas han reconocido la importancia de fomentar la mentalidad emprendedora entre sus estudiantes, proporcionando oportunidades y recursos para convertir ideas innovadoras en proyectos tangibles.
En este contexto, las universidades se han convertido en semilleros de talento y creatividad empresarial. Los programas de emprendimiento ofrecidos en diversas disciplinas buscan no solo proporcionar conocimientos teóricos, sino también cultivar habilidades prácticas necesarias para llevar a cabo iniciativas empresariales. Estos programas suelen incluir módulos sobre planificación de negocios, financiamiento, marketing y gestión de riesgos, brindando a los estudiantes una comprensión holística del mundo empresarial.
La colaboración interdisciplinaria se ha convertido en una característica distintiva de los ecosistemas emprendedores universitarios. La diversidad de conocimientos y habilidades entre estudiantes de diferentes áreas de estudio se aprovecha para abordar desafíos empresariales desde perspectivas variadas. Incubadoras y espacios de coworking dentro de los campus universitarios fomentan la interacción entre estudiantes, profesores y profesionales del sector, creando un entorno propicio para la generación de ideas y la colaboración innovadora.
Además, algunas universidades han establecido alianzas estratégicas con la industria y el sector empresarial para facilitar la transferencia de tecnología y conocimientos. Estas conexiones permiten a los estudiantes trabajar en proyectos prácticos, acceder a mentores experimentados y obtener una comprensión más profunda de las demandas del mercado.
Las competiciones de emprendimiento y los eventos de networking organizados por las instituciones educativas también desempeñan un papel crucial al brindar a los estudiantes la oportunidad de presentar sus proyectos ante inversores y empresarios destacados.
A medida que el emprendimiento se arraiga en el tejido académico, las universidades también han implementado políticas que facilitan la creación de empresas por parte de estudiantes y profesores. Se han establecido fondos de inversión y programas de subvenciones para respaldar financieramente los startups emergentes.Estos recursos son fundamentales para superar las barreras económicas y permitir que las ideas prometedoras se conviertan en empresas sostenibles.
El emprendimiento dentro de las universidades no solo nutre la innovación y la creatividad, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo empresarial. A medida que las instituciones educativas continúan fomentando la cultura emprendedora, se espera que sus contribuciones al desarrollo económico y social sigan creciendo, consolidando las universidades como catalizadores clave para la formación de empresarios y la creación de nuevas empresas.
La concentración de estudiantes, profesores y público en general convoca a más de una persona a los conocidos ‘predios universitarios’ para realizar actividades de comercio y de ‘esparcimiento’. Los negocios que se ubican cerca de las universidades simplemente tienen una razón de ser los jóvenes por ser jóvenes tienden al consumismo y sobre todo a perder la noción de cuánto gastan.
La vida universitaria se presenta una sola vez y los jóvenes buscan aprovechar el tiempo compartiendo con amigos en espacios que cada vez se vuelven más sociales, donde estarán bien por un momento, pero sin abusar ni convertirlos en una forma de vida.
Los emprendimientos callejeros se erigen como pilares de la vida estudiantil y motores económicos. Estos negocios, ya sean puestos de comida rápida, servicios creativos o productos especializados, no solo satisfacen apetitos y necesidades inmediatas, sino que también se convierten en catalizadores de la economía local.
Estos emprendedores, con ingenio y dedicación, crean un ecosistema donde la oferta y la demanda danzan en la vereda. Los estudiantes encuentran conveniencia y accesibilidad, mientras que los emprendedores aprovechan la densidad estudiantil para forjar sus propios caminos hacia el éxito económico. Cada transacción se convierte en una pequeña inversión en la comunidad, fortaleciendo el tejido social y generando ingresos que reverberan más allá de las calles.
Estos emprendimientos no solo son fuente de sustento para aquellos valientes visionarios que se aventuran a dar este gran paso, sino que también contribuyen a la diversidad económica y al espíritu luchador de la ciudad. Al nutrir esta relación simbiótica con las universidades, estos negocios emergen como testimonios vivos de cómo la iniciativa individual puede impulsar, no solo carritos y puestos, sino también la economía de toda una comunidad.
La universidad puede ser un trampolín económico para los estudiantes emprendedores, brindándoles acceso a recursos clave. La red de contactos, mentorías y programas de incubación facilita el desarrollo de sus proyectos, mientras que la educación formal fortalece habilidades fundamentales. Además, eventos y ferias universitarias ofrecen oportunidades de financiamiento y visibilidad. En conjunto, estos elementos potencian el éxito económico de los estudiantes que emprenden dentro de la universidad.
La presencia estudiantil crea una demanda constante de productos y servicios, ofreciendo a los emprendedores locales una audiencia lista para probar nuevas ofertas. Además, las colaboraciones universidad-empresario pueden generar oportunidades de patrocinio y asociaciones estratégicas, elevando el alcance y la rentabilidad de los negocios locales. En este sentido, la universidad se convierte en un motor económico para la comunidad circundante.