Por, Mayely Cobo Lascano
En las transitadas calles de Manta, los autobuses se convierten en el medio de transporte más accesible, a menudo pareciendo estar cargados al límite y acompañados por la saturación y la incomodidad de sus pasajeros.
David Mendoza pasajero, detalló que “aunque esté lleno el bus, es vehículo que me puede trasladar a la casa, para no sufrir algún robo por la inseguridad que vive el país”.
Los asientos ocupados, movimientos bruscos, olores peculiares, empujones y la sensación de sofocación se mira desde las ventanas que acompañan la respiración de cada pasajero, en la mayoría de los días.
Este medio de transporte se convierte en un salvavidas económico para muchos ciudadanos, aunque también implica compartir el espacio con otros, soportando los roces y movimientos de los viajeros que pacientemente esperan llegar a su destino. “Un viaje cuesta solo 0,40 centavos en cualquier autobús, siempre que haya espacio y que el pasajero quiera subirse”, afirmó Pancho Bailón, conductor de la línea 10.
Este precio simbólico actúa como un imán para las personas, que aprovechan al máximo cada moneda disponible, a menudo sin preocuparse por el abarrotamiento o el tiempo. “Este trayecto dura entre una hora a hora y media, ya que abarca diversos sectores de la ciudad de Manta y cuenta con salidas cada 20 minutos”, enfatizó Bailón.