Por, Melissa Rodríguez
Para los artesanos de la parroquia La Pila de Montecristi, el amanecer marca el inicio de su jornada laboral, algunos de ellos comienzan a trabajar incansablemente desde las seis de la mañana, mientras que otros se unen un poco más tarde, alrededor de las ocho. Sin embargo, sus manos no descansan hasta que el reloj marca las siete de la noche, a menos que tengan otras actividades alternas que les reclamen su atención.
Los artesanos de La Pila son verdaderos maestros de la cerámica, dando vida a una variedad de piezas que abarcan desde toros, cilindros de gas hasta delicados jarrones, apliques y adornos. Su material de elección es la ‘’barbotina’’ para luego convertirla en cerámica, un material noble y versátil que han perfeccionado a lo largo de generaciones.

María Delgado,una artesana risueña quien vestía de blusa azul y delantal, recubre sus manos de barbotina mientras pule un adorno, enfatizando que, la labor de cada pieza es de gran esfuerzo y que las cerámicas sin pintar tienen menor valor económico.
‘’La cerámica sin pintar tiene un costo menor, lo que la hace más accesible para aquellos que aprecian la simplicidad y la autenticidad’’, aseguró.
Por otro lado, José López, un joven artesano que se ha sumado recientemente al gremio, mientras pinta una vasija, destacó cómo la pintura agrega un toque personal y único a cada pieza, lo que puede aumentar su valor y atractivo para un público específico.
Ambos coincidieron en que el arte de la cerámica e

s una pasión que se lleva en el corazón y que trasciende al aspecto económico, contribuyendo a mantener viva la tradición artística
Este oficio no solo representa una fuente de ingresos para estos artesanos, sino que también desempeña un papel fundamental en la preservación de la rica tradición cultural y artística de La Pila y Montecristi.