Por: Ginyer Véliz
En la sociedad moderna, las maquinitas de jugar han florecido como flores en primavera. En el barrio 1 de enero, sector 10 de agosto, estas coloridas y llamativas máquinas electrónicas se alzan como torres de entretenimiento en cada tienda. Tanto adultos como niños se sumergen en un mundo de laberintos lleno de desafíos y recompensas instantáneas.
Son conocidas como traga moneda. Cada giro de los rodillos te brinda una nueva oportunidad de ganar dinero o simplemente perderlo. Sentir esa sensación de esperanza y desesperación es creada por un ciclo adictivo difícil de romper.
“Estos aparatos son como deseables juguetes para los niños, pero es crucial resistir la tentación y no dejarse llevar por su sonido atrayente”, expresó José Sánchez, un padre de familia cuyo hijo de 13 años ha caído en la adicción a las maquinitas de jugar. Para él, estos juegos son como un laberinto que envuelve a las personas en un ciclo interminable de distracción y pérdida de tiempo.
Adriana Castro, dueña de la tienda “Los 3 hermanos”, aclaró que las máquinas que tiene en su establecimiento cuentan con los permisos correspondientes y no son tan perjudiciales como algunos padres de familia vienen con reclamos.





