En el corazón de la ciudad costera de Manta, emerge el consultorio «Unidad Médica Mano Amiga» como una atalaya benevolente en el vasto océano de la atención médica. Ubicado en el pintoresco barrio Mar Bella, este santuario de la salud es más que un simple edificio; es un refugio para aquellos que buscan no solo tratamiento, sino también comprensión y apoyo.
El doctor Alberto Cevallos, un endocrinólogo cuyo compromiso con la medicina va más allá de las palabras, asevera que este consultorio es como una luz que guía a los pacientes hacia la recuperación. Como los barcos en alta mar confían en la irradiación para encontrar su camino seguro, los pacientes confían en la experiencia y empatía del equipo médico de «Mano Amiga» para navegar a través de sus desafíos de salud.
«Aquí no solo me tratan como un expediente médico, sino como una persona que merece comprensión y cuidado genuino», puntualizó Martha Dueñas, paciente fija y testigo fiel de esta luz en la oscuridad.
La «Unidad Médica Mano Amiga», Ilumina las vidas de aquellos que buscan sanar no solo el cuerpo, sino también el alma. Es un alba de esperanza en un mundo de incertidumbre, un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay un rayo de luz que guía el camino hacia la salud y el bienestar.