Por: Samantha Loor
La acumulación constante de basura en el sector 10 de agosto, barrio 1 de enero, ha dejado a muchos de los residentes preocupados y desanimados. Como un torrente de problemas que parece no tener fin, la basura se ha convertido en una carga para sus vidas cotidianas.
La basura, como un aluvión tóxico, ha dejado cicatrices en la imagen del barrio, que solía ser un jardín floreciente. Ahora, las calles se asemejan a un vertedero en descomposición, donde la belleza ha sido tragada por la marea de desperdicios. Los residentes, como jardineros desolados, anhelan restaurar la salud y la vitalidad de su comunidad.
María, una residente de toda la vida, exclamó su frustración diciendo: «No puedo creer cómo ha empeorado esto con los años, solíamos tener un barrio limpio y hermoso, pero ahora parece un vertedero”, mientras se peinaba.
Juan Herrera, otro miembro del barrio, acotó que “la basura es un reflejo de nuestro descuido y falta de responsabilidad. Necesitamos actuar juntos para recuperar la belleza de nuestro barrio y restaurar nuestra autoestima”, cuando acomodaba su banco.
A pesar de la situación actual, hay un destello de optimismo en el horizonte. La basura, como una tormenta pasajera, puede disiparse y dar paso a un renacimiento del barrio. El sector 10 de agosto, como un barco navegando en aguas revueltas, tiene la capacidad de superar este desafío y volver a ser un lugar próspero y hermoso.