Por: Gabriela Moreira
Estudiantes inconscientes, al retornar a sus ciudades natales, dejan la basura tirada en el piso, sin pensar que los animales pueden regarlas y contaminar el ambiente. El mal olor de estos desechos se hace presente y causan malestar e inconformidad en los habitantes.
La ciudad convertida en un lienzo vibrante del conocimiento y aprendizajes, ahora se ve apagada por las montañas de basura encontradas en medio de las veredas y la carretera, provocando un aspecto negativo en el sector.
Jean Carlos Mera, propietario de un edificio frente a la institución educativa superior, se encontraba rondando por las calles con su uniforme color azul y un rostro que expresaba decepción. Denunció la falta de respeto para el medio ambiente y la fachada de la unidad académica. “Los jóvenes no toman conciencia de la situación del ambiente, no les importa si caminan en medio de la suciedad… teniendo tachos de basura a mano, que les cuestan tomarse la molestia y botarlas en sus respectivos recipientes”, aseveró Mera, resignado mientras observaba la montaña de basura que entorpecía el costado de la carretera.
Fundas llenas de desperdicios es lo primero que se percibe al entrar por la vía. Varios inquilinos de departamentos aledaños, muestran indignación por la falta de empatía que tienen los jóvenes al dejar residuos en plena calle transitable.