Por, Cobo Lascano Mayely
En la pintoresca playa de Tarqui, donde las suaves olas y la brisa salada del mar, se funden en un abrazo refrescante, emerge un modesto puesto de cocos que ha conquistado el corazón de sus clientes. Este rincón costero denominado “Don coco”, se ha convertido en un lugar querido por aquellos que buscan disfrutar del néctar refrescante de coco y de su exquisita carne, un verdadero manjar de la costa.
La autenticidad y sencillez de este lugar cautivan a los visitantes. Los cocos verdes que se ofrecen aquí no solo son una delicia para el paladar, sino que también forman parte de la leyenda viva de Manta. Desde las primeras luces del día hasta la caída del sol, este modesto puesto de cocos abre sus puertas, brindando una experiencia que trasciende el simple acto de beber y comer.
«Esta bebida es refrescante y exótica, la cual se puede tomar bajo el sol y en compañía”, aseguró María Vélez, clienta fiel del lugar, mientras conversaba con sus amigos de la mesa.
Alejandro Peñafiel, el dueño del local, lleva años trabajando en este rincón paradisíaco. Con pasión, afirmó que vender estos cocos verdes es más que un negocio, es una forma de compartir la vida y la energía de la costa con sus clientes. “El gesto de servir un coco fresco es su manera de transmitir la esencia de este paraíso costero”, concretó Peñafiel.
En “Don coco”, la simplicidad se fusiona con la autenticidad en cada sorbo y bocado, ofreciendo a los visitantes una experiencia única y refrescante que encarna la esencia misma de la ciudad de Manta.