Por: Mauricio Mendoza
En una vibrante tarde soleada de Manta en plena vía Manta-Rocafuerte en la entrada de la ciudadela Costa Azul donde el calor y la sed son los villanos, emerge un protagonista singular: el vendedor ambulante de bebidas frías, un danzarín de la seda que desafía la sinfonía abrasadora del asfalto, Con su carrito de carnaval lleno de tesoros líquidos, este maestro del frescor es un pintor de oasis en un lienzo de calor desierto. Sus botellas tintinean como joyas que destellan el reflejo de la sofocante luz solar, y su voz resuena como un canto de sirena que llama a los sedientos a refugiarse en sus néctares helados.
“En los días donde el tenaz calor no se soporta y me gustaría estar en casa, pero tengo que dedicarme a vender aguas, raspados, por la necesidad de llevar el pan diario a mi familia porque esta complicado conseguir un empleo formal y además con este sol muchas personas buscan refrescarse con agua de coco bien helada o un raspado de sabores y eso me inspira a seguir con este trabajo”. Admitió Humberto Vélez, Dueño de la carreta mientras prepara un raspado.
”Los productos que vende como sus dulces granizados con leche condensada hechos al instante que son lo mas solicitados y las aguas de coco son comprados a prisa por los conductores y transeúntes apurados, además de las aguas naturales para las personas que no quieren consumir nada de azúcar e hidratarse al mismo tiempo”, describió Vicente Mendoza, taxista y cliente habitual de los granizados jugos.
Y así en el bullicio de Manta, el vendedor ambulante de bebidas frías se convierte en un héroe anónimo, un mago que transforma la secuencia del día en momentos frescos y efímeros. Su carrito, una carroza encantada, avanza como una procesión que bendice a los sedientos, y él, líder de la danza sigue pintando sonrisas en rostros fatigados con cada bebida refrescante que entrega.