Por, Ángel Rodolfo Macías Cantos
En la parroquia Leónidas Proaño del cantón Montecristi, la acumulación desordenada de basura ha persistido durante muchos años, convirtiéndose en un problema cotidiano. Esto es más evidente en las mañanas, cuando las personas que salen temprano por trabajo suelen dejar las bolsas esparcidas en las veredas, como si fueran hojas llevadas por el viento que reflejan la prisa y la falta de cuidado en la rutina diaria.
Eugenia Loor, ex presidenta de la capilla , con más de 28 años de residencia en la zona, personifica de manera innegable la prolongada historia del desorden en la gestión de residuos. Su experiencia refleja cómo la falta de organización con los desechos ha perdurado a lo largo de los años. “Siempre es así, cuando se habla, se amntiene por momentos limpio, pero vuelve a estar como usted lo observa”, detalló Eugenia con el seño fruncido en señal de su molestia.
Gema Santos, madre de dos pequeños y estudiante universitaria, destaca que aquellos que salen temprano hacia el trabajo son como las llamas que avivan el problema de la basura en la ciudadela. Esta situación, a su vez, se convierte en un lienzo desordenado que pinta una imagen poco favorable debido a la falta de organización.
En la Proaño, la armonía se ve sacudida cuando los perros callejeros y los locales desbordan los contenedores de basura en busca de tesoros entre los desechos. Lamentablemente, algunos dueños de negocios parecen ser como timones rotos, incapaces de enderezar el desorden que dejan estos intrépidos buscadores de festines.