Por, Marelyn Mendieta Zambrano
En el barrio Ciudad Azteca de Manta, existen residentes que continúan arrojando basura en las vías públicas, como si las calles fueran lienzos de desperdicios. Las montañas de basura que generan en el paso, no solo afecta la estética de los entornos urbanos, sino que también atrae consecuencias negativas para el medio ambiente y la salud pública.
Entre el polvo que se levanta con cada paso, las moscas danzantes y los desperdicios regados como escombros, se entremezclan los habitantes de la ciudadela, quienes en su caminar, perciben olores desagradables, como si fueran ecos resonando en sus narices.
Mariana Andrade, moradora del sector Urbirrios, asevera que todas las mañanas saca la basura puntal, ya que hay horas determinadas en que pasa el recolector, pero hay vecinos que lo hacen después, cuando ya pasó el tiempo estipulado del camión. “De verdad que hay malos olores en el barrio, porque la basura queda días, y los perros llegan y la dañan, donde todo queda regado”, admitió reflejando indignación sobre aquella situación.
Esta problemática es ocasionada por varios factores, y uno de ellos es la falta de educación ambiental y conciencia ciudadana. A pesar de las campañas informativas, algunos residentes aún no comprenden la importancia de desechar sus residuos de manera adecuada.
Juan García, presidente barrial, afirma que ya ha solicitado a las autoridades que aumenten la frecuencia de recolección de basura, al menos dos veces al día y tres veces por semana, para evitar la acumulación de desechos en las calles. “Los ciudadanos también pueden tomar conciencia y participar activamente en la limpieza y el cuidado de nuestro entorno” recalcó García.
La persistencia de los moradores que continúan arrojando basura en las calles es un desafío que requiere una respuesta. Por ello, organizar jornadas de limpieza comunitaria, fomentar el reciclaje y promover la responsabilidad individual son acciones que pueden generar un cambio significativo en esta situación.