Por, Jean Carlos Pinoargote Loor
En las calles del “Leónidas Proaño”, una parroquia de Montecristi, la recolección de basura se ha convertido en un vendaval caótico que sopla desesperación en las vidas de los residentes. La basura desfila cuando le place, mientras los caninos se convierten en lúgubres recolectores que arrastran los despojos por las calles, dejando un rastro de desorden y un olor insoportable.
Carmen Villavicencio, puntualizó, «la basura pasa cuando le da la gana, los perros arrastran los desechos y la calle se tiñe con los restos, el hedor que emana de esta pesadilla es tan repugnante como una atmósfera viciada por la negligencia», las víctimas de este infortunio hacen notorio su descontento mientras se debaten en medio del torbellino de basura.
En este cuadro dantesco, el aire se satura con un olor desagradable que se aferra a la nariz de los habitantes como una maldición persistente. José Franco, un habitante abrumado por este caos, aseveró, «el municipio debería afinar su partitura y componer calendarios que se respeten y dar seguimiento a los trabajadores ya que el carro recolector pasa cuando les da la gana».
El problema no es solo la desorganización, sino también la falta de previsión. Los residentes se quejan de que los recolectores de basura aparecen sin previo aviso, lo que crea una acumulación de desechos en sus hogares, el olor de estas montañas de basura es motivo de preocupación para todos, por las enfermedades que puede causar el respirar ese nauseabundo ambiente.
La comunidad de Leónidas Proaño alza su voz en busca de una solución urgente. El desorden en la recolección de basura no solo afecta la calidad de vida de sus habitantes, sino que también plantea problemas de salud y medio ambiente. El hedor de la basura se convierte en un grito agudo que subraya la necesidad de una acción inmediata por parte de las autoridades locales para restablecer la armonía en la gestión de residuos en esta comunidad, como un maestro de orquesta que dirige con precisión para devolver la melodía perdida a la vida de sus habitantes.