Por, Coraima Alvia Flores
En el radiante barrio Costa Azul de la ciudad de Manta, los caminos se pintan con polvo, basura y aguas estancadas, sembrando una profundo impacto en los corazones de sus fieles moradores que buscan embellecer el escenario.
Este sector a pesar de la calidez que transmite, no logra escapar de las carencias fundamentales que requieren una solución, para que sus habitantes puedan vivir en armonía. Roberto Jiménez, residente de la zona, afirmó que este problema es como una sombra que persiste a lo largo del tiempo, principalmente ocasionado por los mismos ciudadanos.
“Cada vez que paso aquí, veo un camino inundado de agua y cubierto de basura. No puedo evitar pensar que no es solo un problema por la falta de atención de las autoridades, sino que nuestros propios vecinos a menudo descuidan su entorno y empañan la imagen de nuestro querido barrio”, aseveró Jiménez mientras señalaba el lugar.
Por su parte, don Arturo Bailón bajo el brillo del sol que acariciaba su piel, aseguró que este tipo de problemáticas siguen sin ser atendidos debidamente y que todo radica en casa de las personas mismas. “Estas situaciones se originan en nuestros hogares, en nuestras acciones personales. No podemos culpar a otros cuando no asumimos la responsabilidad de mantener un entorno ordenado”, admitió con un tono de voz calmado que transmitía sabiduría.
Para superar estos desafíos, se requiere un trabajo interno, un despertar de la conciencia ambiental y un compromiso que allane el camino hacia una mejor calidad de vida en esta comunidad, para que así, la belleza de Costa Azul se refleje no solo en el paisaje sino también la armonía y cuidado de sus habitantes.