Por, Jean Carlos Pinoargote
La feria de Manta, donde los juegos mecánicos se convierten en las estrellas brillantes de la diversión, como el viento que acaricia el rostro, estos juegos están hechos para hacerte sentir vivo, llenando de emociones y adrenalina en cada giro y vuelta. En esta feria, los ciudadanos se entregan sin reservas a la felicidad y al deleite que solo los juegos mecánicos pueden ofrecer.
La Feria de Manta es como un remolino de colores y luces, donde los juegos mecánicos se alzan como majestuosas atracciones. Entre ellos, la montaña rusa se erige como la reina indiscutible, listo para llevar a los aventureros a un viaje lleno de subidas y bajadas vertiginosas. Sus rieles se ciernen como serpientes metálicas, desafiando la gravedad y llevando a límite de las emociones. Como una metáfora de la vida, enseña a abrazar el miedo y convertirlo en excitación.
Uno de los valientes que se subió a la montaña rusa es Carlos Ortiz, un joven apasionado por las emociones extremas. Según él, el rugido del viento en sus oídos y la sensación de ingravidez mientras se precipita emocionan su cuerpo y liberan su espíritu. El zipper se convierte en su aliado, desafiando sus miedos internos y recordándole la importancia de vivir al máximo cada momento.
Por otro lado, María Mendoza también disfruta de los juegos mecánicos, pero encuentra su deleite en la barca pirata. Para ella, la barca es como un cuento de hadas, una metáfora de la inocencia y la felicidad despreocupada. Mientras, vuela sobre hermosos paisajes. Para María, los juegos mecánicos le brindan una sensación de paz y alegría, convirtiéndose en un refugio de fantasía en medio de la realidad.
Sin embargo, no todos se sienten atraídos por la emoción de los juegos mecánicos. Ana Mero, una mujer temerosa de las alturas, se niega rotundamente a subirse a estos artefactos gigantes. Para ella, la vida se transforma en una montaña rusa de ansiedades y miedos insuperables. Aunque le encantaría disfrutar de la diversión que ofrecen, su aversión a la velocidad y las alturas le impide unirse a la multitud. Aún así, respeta y admira a aquellos que se atreven a desafiar sus propios temores.
En la feria de Manta, los juegos mecánicos llenos de giros inesperados, emociones contrastantes y la necesidad de enfrentar miedos. esta feria es un recordatorio de que todos podemos encontrar nuestra propia forma de disfrutar y vivir intensamente, incluso en medio de la incertidumbre.