Por: Coraima Alvia Flores
En la ciudad costera, la ausencia de transporte dentro del Terminal Internacional del Puerto de Manta es como un viento frío que desafía a los trabajadores que concluyen sus labores después de las ocho de la noche, obligándolos a recorrer largos senderos como si fueran caminos nocturnos sin guía.
El horario operativo de los carros eléctricos comienza aproximadamente desde las siete de la mañana hasta las ocho de la noche. Esta limitación, cual sombra creciente, deja en una posición vulnerable a quienes emprenden su camino más allá de esa hora, sumiéndolos en un crepúsculo de desafíos logísticos.
Bajo la luz del sol, Cristhian Menéndez, técnico hidráulico aseguró que, ha experimentado en repetidas ocasiones las complicaciones de esta situación, subrayando que salir a las nueve de la noche implica recorrer extensas distancias. “Caminar largas distancias a esas horas no solo supone pérdida de tiempo, sino que también conlleva enfrentar potenciales riesgos aún cuando sea un lugar solo para los trabajadores”, aclaró Menéndez con un tono de voz severo, resaltando la seriedad del problema.
De manera similar, Andy Sornoza, estibador portuario, señaló que la ausencia de opciones de transporte nocturno no solo resulta incómoda, sino que también representa un obstáculo tangible para la eficiencia y seguridad de los trabajadores que continúan sus labores en la penumbra del puerto.
Esta restricción en la movilidad no solo afecta la productividad, sino que también hace hincapié a la urgencia de buscar soluciones que ofrezcan opciones de transporte durante las horas nocturnas, fomentando un entorno laboral más seguro y eficiente.