Por: Viteri Chévez Saúl Andrés
En medio del bullicio de la ciudad costera de Manta, se alza un espectáculo como ningún otro. Un grupo de jóvenes valientes y apasionadas invaden las calles con su presencia deslumbrante. Las bastoneras del cuerpo de bomberos, y su baile son un fuego que cautiva a la sociedad dejando a todos impresionados.
Como llamas bailando al viento, estas ardientes jóvenes llevan consigo una elegancia implacable y un poder arrollador. Con cada paso que dan, parecen regalar destellos de esperanza, convirtiendo el asfalto en una pista ardiente. Sus bastones, extensiones de su propia esencia, danzan al ritmo de sus corazones y se convierten en expresiones de un arte que enamora.
La sincronía de sus movimientos es una sinfonía de estilos y técnica, donde el fuego de cada una cobra vida y se une en un baile cautivador. Sus saltos y giros son destellos de luz en la oscuridad, iluminando los ojos de aquellos que tienen la suerte de admirar su danza ardiente.
«Ellas alumbran las calles con sus pasos de bailes, nos gusta mucho verlas porque animan las fiestas y son muy guapas, son bien simpáticas, donde ellas van, llevan su alegría», afirmó Wilson Macías, instructor de la banda musical mientras firmemente sostenía un sílabo para dar indicaciones musicales.
Estas bastoneras, más que sirenas seductoras, son valientes guardianas de la esperanza. Ellas, que normalmente combaten incendios y protegen vidas, encuentran en el baile una manera de mostrar su pasión y espíritu indomable.
«Los espectadores, atraídos por su fuego imparable, se arremolinan alrededor de ellas, sintiendo su energía contagiante», aseguró Lenin Ortiz, instructor de baile de las bastoneras del cuerpo de bomberos de Manta. Sus ojos brillan con admiración, mientras las bastoneras dibujan con su cuerpo y sus bastones una historia de valentía y coraje.
Su danza, envuelta en metáforas de fuego y pasión, trasciende los límites de la cotidianidad. Como chispas en la oscuridad, ellas nos recuerdan que el arte y la valentía pueden ir de la mano, y que en cada acto de servicio, también se puede encontrar la belleza.