Por: Saúl Andrés Viteri Chévez
El paraninfo principal de la Universidad Laica Eloy Alfaro se convirtió en el epicentro de la pasión futbolística. Como si fuera el estadio más grande del país, los estudiantes se agruparon en torno a una gran pantalla, dispuestos a vivir cada minuto del encuentro con intensidad y emoción. Era una metáfora de unidad y solidaridad, donde los colores de las camisetas se entrelazaban, formando un mosaico vibrante.
Desde tempranas horas, el ambiente se impregnó de un fervor contagioso. Cada grito de ánimo resonaba en el paraninfo, recordándonos que ese lugar era mucho más que una simple sala de conferencias. Allí, se reunían corazones apasionados dispuestos a vibrar con cada jugada, a celebrar cada gol y a sufrir en cada ataque del contrario.
«Hemos puesto a disposición el paraninfo y las pantallas led para que los jóvenes pasen un buen momento junto a sus amigos viendo fútbol, a la tri, nos dimos cuenta acá se reúnen todos», exaltó Daniel Segura, gestor del evento quien, juntando sus manos atrás posaba firmemente.
Las distintas etnias, representadas por el variado grupo de estudiantes, se entrelazaban en una perfecta analogía con la multiculturalidad de la selección ecuatoriana. Era como si cada jugador en el terreno de juego personificara una experiencia de vida distinta, pero con un objetivo común: enaltecer el nombre de su nación. La diversidad se volvió sinónimo de fortaleza y la unidad, el motor que impulsaba a la hinchada universitaria.
«Salimos muy cansados de clases y hoy que juega la tri, decidimos venir a ver el partido al paraninfo para distraernos de todo el estrés», confesó Alisson Ortega, estudiante de ingeniería mientras reposaba en su hombro izquierdo una mochila llena de sueños.