Por: Adriana Cartagena Hidalgo
Un rebosamiento de aguas servidas se ha desatado, y su fuente de origen es clara, la basura que se acumula en la esquina de una casa local. Como resultado, un hedor opresivo se ha apoderado de la zona, atrapando a los vecinos en un dilema que parece no tener fin.
Un montículo de basura ha crecido en la esquina de la discordia. “Es una tristeza que las calles donde solíamos jugar de niños estén sumidas en esta pesadilla. El olor es tan abrumador que apenas podemos asomarnos por la ventana. Pero lo peor es que nadie parece querer enfrentar el problema”, aseguró Isabel Vargas, residente, consternada por lo sucedido.
“Hemos instado a las autoridades locales a intervenir, pero parece que nuestras súplicas caen en oídos sordos. Mientras tanto, vivimos atrapados en esta situación insostenible”, añadió Juan Pérez, miembro de la comunidad, demostrando frustración por el problema.
Las aguas servidas no solo representan una aflicción para la comunidad, sino que también plantean graves riesgos para la salud pública. Este problema no es solo una molestia, señala Marta González, experta en salud ambiental. El contacto continuo con aguas contaminadas puede dar lugar a enfermedades graves, y las consecuencias son especialmente graves para los más jóvenes.
Santa Martha está atrapada en una lucha desigual. El problema persiste, y la basura continúa siendo una carga no deseada en su rincón. Los vecinos están en busca de soluciones, mientras que las autoridades parecen no escuchar sus peticiones. La comunidad merece regresar a la normalidad, sin la marea de aguas servidas y el olvido que ha oscurecido su rincón.