Por, Jean Carlos Pinoargote
En la inquietante oscuridad de la noche, cuando las estrellas apenas se distinguen en el firmamento, la vía que conecta el redondel de La Tejedora en Colorado con la entrada a San Juan de Manta se convierte en un auténtico calvario para aquellos valientes que se aventuran por sus peligrosos caminos. Como si fueran caminos olvidados por el tiempo, estas carreteras, a pesar de su importancia regional, permanecen en la penumbra, ocultando amenazas que acechan a quienes se atreven a transitar en esta tenebrosa travesía.
Magdy Loor, con una expresión de preocupación evidente, enfatizó su experiencia mientras la angustia se dibujaba en su rostro. «Mi esposo y yo nos vemos forzados a viajar en moto por esta ruta durante las noches después del trabajo, y la verdad es que es extremadamente peligroso. Nuestras vidas corren peligro cada vez que salimos. Es como si estuviéramos arrojados a las fauces de la oscuridad». Su voz temblorosa sonaba como una advertencia perdida en medio de la noche, un grito desesperado por la falta de seguridad en estas abandonadas vías.
La preocupación envuelve estas carreteras descuidadas como una niebla de incertidumbre. Josselyn Cedeño, quien comparte la inquietud de los viajeros que recorren esta ruta, aseveró con pesar que «es lamentable que haya habido una serie de accidentes en estas vías sin que las autoridades tomen medidas para mejorar la situación». Sus palabras resonaron en la noche como un llamado de atención, pero se desvanecieron en la distancia, dejando atrás un eco de angustia en los corazones de quienes las escucharon.
La comunidad anhela que estos «senderos sumidos en la oscuridad» sean iluminados, como si fueran destellos de esperanza en medio de la negrura de la noche, con el fin de garantizar la seguridad de todos los que se aventuran por estas peligrosas rutas.