Por: Angie Intriago
La venta de flores en el barrio La Victoria se erige como un poema de emprendimiento tejido por las manos entusiastas de Rosa Palma. Entre las adversidades, cultiva su negocio con paciencia y día con día aprende la minuciosa labor de la floristería.
En este espacio floral, cada pétalo, se convierte en testimonio del esfuerzo y dedicación por salir delante de esta valerosa mujer, que pone cada gota de sudor en cada trabajo que elabora, trazando su camino hacia la prosperidad.
Rosa Palma es dueña y trabajadora de su propio negocio, describe como inició este en este negocio de flores y como ha mejorado su economía desde entonces.
“Entre en desesperación al ver que los años pasaban sobre mí y no me contrataban en ningún lugar por mi edad, mi hermana me incitó a abrir mi propio negocio, con los ahorros que juntamos, iniciamos buscando el mayoreo de flores, desde entonces mi vida ha ido viento en popa, ya que es un dinero que antes no tenía, hoy con la ayuda de Dios la tengo”, manifestó Palma, mientras cortaba minuciosamente los pétalos de rosa.
Guido Flores es su trabajador de confianza, es el encargado de cortar las flores al tamaño que el cliente pida, enfatizó “he trabajado con Rosita como le digo de cariño poco tiempo, ella vio en mis ojos su reflejo, por la edad piensan en otros trabajos que uno no tiene la audacia de hacer cierto trabajo, pero ella me dio la oportunidad de estar en su negocio, cada detalle que realizamos, le vemos el mínimo detalle para destacarnos de otros lugares”.