Por: Samantha Loor
En la calle 16 y av. 24, una valiente emprendedora ha decidido darle un giro dulce a su vida. Se trata de Julia Rodríguez, una apasionada de la repostería que ha lanzado su propio negocio de venta de donas con un toque muy especial: el amor y la inclusión. Cada dona es como una sinfonía en miniatura, con capas de sabor que se mezclan en una armonía perfecta.
“Mi emprendimiento gracias a Dios me ha ido muy bien, como en todo negocio hay días buenos como malos, las donas que hago son de manjar con su respectiva decoración para el cliente. También es una forma de sobresalir adelante, apoyar a mis hijos para sus estudios y cosas del hogar”, afirmó Julia Rodríguez, dueña de su emprendimiento mientras realizaba la masa.
Las donas de Julia son como versos de poesía en el paladar, cada mordisco despierta emociones y sensaciones como un cuento de hadas que cobra vida. Ella ha esculpido sus sueños en la masa, amasándolos con la determinación de un escultor y horneándolos con la paciencia de un poeta.
“Como clienta fija, soy su vecina y las donas que prepara son deliciosas también me siento bien al apoyar con un granito de arena a su pequeño emprendimiento», enfatizó Lourdes Pérez cuando pedía una de las donas. Este emprendimiento es como una llave dorada que abre puertas a un mundo de oportunidades y el compromiso pueden forjar a un camino hacia un futuro más brillante.