Por, Luis Enrique Moreira Alarcón
En el corazón de la democracia, donde las decisiones cruciales del país se tejen, los recintos electorales se convierten en el epicentro de una vibrante actividad que va más allá de la mera elección del presidente del Ecuador, las elecciones de segunda vuelta no solo representan una oportunidad de cambio político, sino también una ocasión de trabajo para quienes se aventuran a emplasticar los certificados de votación en las fueras de los recintos electorales.
Como una mariposa posándose en una delicada flor, estos plastificadores extienden sus parasoles y en un ballet de competencia amigable, ofrecen sus servicios a los votantes que emergen del proceso electoral. Al salir de los recintos electorales las personas se ven envueltos en un enjambre de personas que compiten por su atención, el espacio se llena de voces con frases tan simples como “le emplastico” o “venga a 25 centavos le emplasticamos”, estas fueron escenas que se vivieron al salir de la escuela Loja en el cantón 24 de Mayo.
La oportunidad de este tipo de trabajo se ve reflejado en los tres recintos electorales que tiene el cantón. “Es una tradición de años trabajar en cada elección que hay, tenemos ya seis máquinas que las distribuimos en las tres escuelas donde se dan las votaciones”, aseguró Yan Mendoza mientras ponía el plástico para introducir el certificado de un cliente que durante el proceso entregaba una moneda de 25 centavos.
Cada proceso electoral que se desarrolla en el país permite esta oportunidad de trabajo a muchas personas. “Cada vez que hay elecciones, aparecen más personas que adquieren máquinas y vienen a trabajar, pero el sol sale para todos y nadie pelea”, recalcó Pablo Ruiz un emplasticado que tiene más de 20 años poniendo su puesto en cada proceso electoral en los cuales ha trabajado con su familia.
Es fuera de los recintos electorales donde se teje una historia fascinante de emprendimiento y competencia leal en el fragor de las elecciones. La tradición de los plastificadores ilustra como la democracia es mucho más que un voto, se convierte en un telón de fondo para los sueños y esfuerzos de aquellos que, en el calor de la jornada electoral, se esfuerzan por emplasticar un pedacito de la historia política del país.