Por, Cobo Lascano Mayely
En Manta, la Iglesia Divino Niño se enfrenta al desafío de mantener viva la tradición de la asistencia a la misa. La ceremonia matutina, que solía marcar la jornada bendecida, inicia a las 8h00 y concluye a las 9h00. A pesar de la disminución de la asistencia, esta iglesia persevera en ofrecer un espacio para la comunidad cada domingo, considerándolo como una gracia divina en medio de la pérdida de esta tradición.
María Zambrano, de 67 años, lamenta la escasa participación de los jóvenes en la misa. “Hoy en día, muy pocos vienen a misa. A los jóvenes es muy raro verlos aquí en la casa de Dios”, destacó Zambrano con tristeza. Esta situación evidencia el deterioro del puente hacia el camino del padre celestial, donde los corazones juveniles son cada vez menos partícipes de estos momentos consagrados.
De la misma manera, Pedro Vélez quien canta las alabanzas aseguró que, la iglesia católica abre sus puertas cada domingo a los cánticos y oraciones con la mano del padre, para vivir en la esperanza de Dios. Sin embargo, cada vez van menos personas. “Los jóvenes son los que se sienten más perdidos en este mundo», ratificó Vélez.
A pesar de este declive en la asistencia, aquellos que siguen participando en la ceremonia matutina encuentran consuelo y esperanza en la comunión religiosa. La iglesia, como un refugio espiritual, sigue abriendo sus puertas para ofrecer momentos de reflexión y conexión con lo divino. La comunidad, aunque disminuida, persiste en su devoción, buscando mantener viva la llama de la fe en cada domingo que se celebra en la casa de Dios.