Por, Juan Pincay
El aroma del caldo de gallina criolla emerge como un poema en las zonas rurales del cantón Santa Ana, conocido coloquialmente como la pata amarilla. Este ha sido un exquisito plato de comida que ha brindado fuertes ingresos a la gente de la zona rural.
Aunque parezcas un plato de comida sencillo, es uno de los más populares y pedidos por los turistas, el caldo de gallina es más que un simple banquete, es un cuento contado con ingredientes, es el ingreso de mucha gente que subsiste de tradicional plato.
“En Peminche se come el mejor caldo de gallina, con su respectivo plato de arroz, desde Portoviejo viajo hasta allá con mi familia todos los domingos”, enfatizó Kevin Ordoñez desde uno de los distintos comedores que se encuentran en la vía Peminche.
Más allá de ser un delite para el paladar, es un impulso económico para todos aquellos campesinos que se destacaron en la cocina heredando el sabor de preparar este plato de comida, “mi esposo y yo no teníamos trabajo y el me dijo, vendamos caldo de gallina a ver cómo nos va”, añadió Elda Moreira desde la cocina de su comedor.
El caldo de gallina no solo nutre los sentidos, sino que también alimenta la economía, convirtiéndose en icono gastronómico y popular en Manabí y por su puesto en los alrededores del cantón Santa Ana.
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