Por: Milena Marcillo Zambrano
Las paradisíacas playas de Manta, antaño símbolo de belleza natural y esplendor, están siendo víctimas de una incesante invasión de basura. El plástico, en forma de botellas, bolsas y envases, se acumula en las arenas, creando un paisaje desolador. Como si se tratara de una marea tóxica, estos desechos amenazan no solo la estética del lugar, sino también la vida marina que habita en sus aguas cristalinas.
Para Pedro Sánchez, un pescador local de 40 años, la situación es desgarradora. “Cada vez que salgo a faenar, me encuentro con redes enredadas en botellas de plástico y condones flotando en el agua. Es como si el mar estuviera asfixiando, atrapado entre la negligencia humana y la indiferencia hacia nuestro ecosistema”, confiesa Pedro, que ha visto disminuir drásticamente la cantidad de peces en la zona, urge a las autoridades a tomar medidas urgentes para frenar esta devastación.
A medida que se avanza encontramos otros tipos de basura que agravan aún más la situación. Colillas de cigarrillos, envoltorios de alimentos y restos de plástico de todo tipo se suman a la lista interminable de desechos abandonados en las playas de Manta. Estos objetos, que podrían fácilmente ser recogidos y desechados adecuadamente, son testigos mudos de una falta de conciencia ambiental y de un irrespeto hacia el entorno natural.
Sebastián Meza, un pescador local reconocido, coincide con la preocupación de Pedro. “La situación es alarmante. Los residuos plásticos, incluyendo las botellas y otros objetos desechables, representan una amenaza directa para la vida marina. Los animales marinos se enredan en ellos, lo que dificulta su movimiento y puede llevarlos a la muerte por asfixia o inanición”, recalcó Sebastián.