Por Anthony Alcivar
En las cercanías de la emblemática playa Murciélago de la ciudad de Manta, un grupo de emprendedores ha encontrado un próspero nicho económico al comercializar artesanías únicas y significativas en los últimos meses del año.
Rosa Álvarez, una de las emprendedoras que ha florecido en la zona, comparte su experiencia positiva. «Abrí mi negocio aquí hace poco y hasta ahora me va muy bien, debo reconocerlo. La gente valora lo auténtico», expresó entusiasmada la emprendedora.
Damián Zambrano, cliente del negocio, destaca la importancia de reconocer el valor de estas creaciones artesanales. «Cuando mi madre me compraba cadenitas o pulseras, era el niño más feliz porque sabía que cada una tendría un valor significativo para mí», manifestó Zambrano emotivo.
La venta de artesanías no solo se ha convertido en una opción económica para los emprendedores, sino que también ha logrado conectar a la comunidad con la riqueza cultural y creativa de la región. La playa Murciélago no solo es un lugar de esparcimiento, sino también un escaparate para la expresión artística local.