Por, Juan Pincay
En el centro de Santa Ana es costumbre ver heces de mascotas en la carretera, lo que regularmente significa en algún momento embarrarse. El eco de la gente, que entre murmullos reclama la irresponsabilidad de los dueños de las mascotas que no recogen los restos.
“Ya estoy cansado, que en el portal de mi casa tengo que baldear todos los días por que dejan que sus mascotas hagan sus necesidades justo ahí,” murmuró un anciano mientras charlaba del desagradable momento con un vecino del sector. Como es un acto sacar a los amigos peludos a las calles, también debería ser recíproco y limpiar.
De esta manera se construye un gran pueblo, limpio, adecuado y que ayude al medio ambiente, “espero que algún día se tome conciencia contra aquellos irresponsables que no recogen las heces de sus perritos”, enfatizó Whasigton Macias con profunda decepción que reflejaban en su mirada.
Evitando que ensucien el brillo que caracteriza al cantón, con pequeños actos que suman a la sociedad y que pueden servir para construir una mejor ciudad, cada recolección es es un acto de preservación.