Por, Marelyn Mendieta Zambrano
El escenario vibrante de la cancha «La Piedrosa» en el barrio San Agustín de la ciudad de Manta, se convierte en un lienzo donde el verde esperanza del césped y el azul del cielo dan vida a un emocionante encuentro deportivo. Jugadores de cuatro equipos adultos y cuatro de menores se sumergen cada fin de semana en una danza de habilidades, envueltos en la polvareda del juego.
La ilusión de alzar el trofeo al final de la temporada impulsa este espectáculo deportivo que trasciende la simple competición, fusionando pasiones y destrezas en cada movimiento. En este partido, donde cada paso es un compás y cada movimiento una melodía, el fútbol se convierte en un poema visual, pintando con colores vibrantes la alegría y la competencia en cada rincón del sector. Mientras tanto, la multitud observa el encuentro como si fuera una sinfonía en desarrollo, capturando la esencia de la vida en cada jugada.
Franklin Andrés Varela, organizador del campeonato, afirmó mientras entregaba botellas de agua para hidratar a los árbitros, que las tardes se tornan amenas al pasar todos los fines de semana con la gente, entre risas, diversión, y la presencia del público que viene a apoyar a los jugadores.
Al concluir el partido, José Balmore Zambrano, jugador del campeonato, enfatizó que el saber que se reúnen cada semana para disfrutar de una tarde futbolera y salir del confort de lo cotidiano lo llena de mucha satisfacción. Cuando el silbato marcó el adiós temporal a esta épica contienda, la cancha resonó con ecos de emoción, creando un ambiente que trasciende más allá del simple juego.
Como un atardecer que tiñe el cielo con tonos cálidos, el partido dejó su huella en el corazón de los moradores, recordándoles que, en cada rincón, en cada calle polvorienta, el fútbol es más que un juego; es un vínculo que une a la gente con la magia de la competencia y la camaradería.
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