Por: Loor Samantha
En las canchas de la “Nueva Esperanza” ubicada en la calle de Altamira en Manta, la escuela de fútbol no solo forja futuros talentos deportivos, también ciudadanos responsables. Además, los niños talentosos se encuentran en un campo lleno de sueños donde el entrenador cuida con esmero cada detalle para cultivar habilidades en cada uno de ellos.
Además, cada niño que cruza las puertas de la escuela no solo lleva consigo las destrezas adquiridas con el balón, sino también una mochila llena de lecciones de vida que los acompañarán en su trayectoria, dentro y fuera de la cancha.
“Más que un campo de juego; es el escenario de sus sueños y la puerta hacia un mundo lleno de emociones, cada vez que piso el césped, siento que estoy creando algo especial”, detalló Gabriel Mendoza, uno de los niños mientras realizaba sus ejercicios.
Así, la escuela de fútbol se erige no solo como un semillero de talentos deportivos, sino como un faro que ilumina el camino hacia un crecimiento integral. En cada risa, en cada esfuerzo y en cada meta alcanzada, se escribe la historia de estos niños atletas. “Lo que hacemos aquí va más allá de enseñar técnicas y tácticas de fútbol. Estamos contribuyendo la formación de niños tanto en el deporte como en la vida», puntualizó Mario Castañeda entrenador de la escuela, mientras tomaba agua del botellón.