Por: Ana Mirian Santana Murillo
En el corazón de Manabí, un rincón culinario mágico se despierta cada mañana con el aroma tentador del pan de almidón. Esta joya gastronómica, meticulosamente preparada por las hábiles manos de Kathy Puriziga, se convierte en el protagonista de las mañanas y tardes. Como un sol que asciende en el horizonte, este pan dorado, relleno de queso y otros ingredientes secretos, ilumina los sentidos, deleitando el paladar y asegurándote que la gastronomía manabita es digna de orgullo.
Sin embargo, el amor por las delicias manabitas no conoce fronteras. Luz María Moreira, una viajera cuyo paladar se distingue por su refinamiento, ha descubierto el encanto de la cocina local. En manos de los talentosos cocineros manabitas, su gusto por lo exquisito se ha fusionado con las tradiciones culinarias de la región. Moreira se muestra satisfecha, afirmando con pasión que se ha enamorado perdidamente de estas ricas delicias.
El pan de almidón, como un faro de tradición y sabor, se convierte en el emblema de la identidad culinaria de Manabí. Cada mordisco es un viaje a través de las texturas y sabores de la costa ecuatoriana, un mar de sensaciones se hace realidad en cada bocado. La magia de la cocina manabita reside en la simplicidad de sus ingredientes, que, como una sinfonía, se combinan para crear una melodía de sabores inolvidables.
Así, en cada plato servido y en cada receta transmitida de generación en generación, la gastronomía de Manabí demuestra que la tradición puede ser un faro que guía hacia un futuro lleno de sabores y experiencias únicas. En estos momentos en los que los sabores del mundo se entrelazan, la cocina manabita nos recuerda la belleza de lo auténtico, la riqueza de lo local y la magia de saborear la historia de una región en cada bocado.