Por Dayana Tutiven
La virgen de Guadalupe es celebrada en México y América Latina a inicios de diciembre, específicamente el día 12, para conmemorar su aparición en 1531 en el cerro del Tepeyac. Donde se mostró a Juan Diego, un indígena mexicano. Su imagen y su mensaje de esperanza y protección han sido un símbolo de fe y unidad para millones de personas, especialmente en América Latina.
En Ecuador, esta festividad se vive con novenas, fiestas y momentos de compartir en familia. Este es el caso de Obdulia Lumbano, quien lleva 12 años realizando la novena en honor a la Virgen, como una muestra de agradecimiento por los milagros recibidos. Para ellos, la Virgen es como un faro en medio de las tormentas, que ilumina los momentos más oscuros.
Obdulia destacó que esta tradición comenzó cuando nació su última hija, María José: «Ella nació prematura de siete meses y los doctores decían que no iba a sobrevivir, pero una amiga me llevó donde una señora que hacía las novenas a la Virgen de Guadalupe. Yo le entregué mi hija a la Virgencita para que la proteja y la salve, y ella hizo el milagro. Mi hija sobrevivió y hasta pudo caminar». Desde entonces, su devoción se ha mantenido viva cada año.
La novena comenzó el 3 de diciembre y culminó el jueves 12 con una misa en honor a la Virgen. Luego, la familia se reunió en su hogar, compartiendo momentos de felicidad y gratitud. El hogar, decorado como un jardín de fe y esperanza, se llenó de risas, abrazos y reflexiones sobre lo vivido durante el año. Obdulia resaltó que este encuentro es una oportunidad para agradecer por todo lo bueno que la Virgencita les ha concedido.
Como esta, existen muchas historias de devotos que atribuyen milagros a la Virgen de Guadalupe, considerada la patrona de América Latina. Para ellos, su figura es como un rayo de sol que atraviesa las nubes, llenando de calor y amor los corazones de quienes confían en ella.