Por: Frederic Caicedo
En los verdes paisajes de Muisne, emerge «La Cacaotera», una finca que no solo guarda el secreto de los sabores exquisitos del cacao, sino que también alberga unos majestuosos caballos de paso fino como si fueran joyas escondidas en este bosque de cacao. La propiedad del señor Carmelo Valencia Caicedo, es mucho más que una plantación; es un escenario donde la elegancia equina y la riqueza del cacao convergen en una sinfonía de aromas y movimientos.
En los corrales del lugar, los caballos de paso fino son como bailarines gráciles entre las sombras de los cacaotales. Sus movimientos, fluidos como el chocolate derretido, parecen coreografiados por la misma naturaleza. Cada corcel es una obra maestra que galopa entre las filas de cacao, añadiendo una dimensión de elegancia al paisaje.
El señor Carmelo Valencia Caicedo, comparte su conexión única con este paraíso terrenal. «Aquí buscamos fusionar la belleza de la naturaleza con la nobleza de los caballos de paso fino. Son seres magníficos que encuentran su hogar entre las hojas de cacao, y cada día nos esforzamos por cuidarlos con la misma pasión con la que cultivamos nuestro cacao», enfatizó Valencia, propietario, mientras arreglaba su sombrero.
«Trabajar en La Cacaotera es un privilegio, cada caballo es como una joya que requiere atención y amor. Aquí, el cuidado de los animales y el cultivo del cacao se entrelazan, creando un ambiente único donde la armonía es la clave», resaltó María Isabel Zambrano, veterinaria y cuidadora de los caballos, mientras acariciaba uno de ellos.